martes, 17 de enero de 2012

Fresa y Chocolate (1994)


Basado en el cuento El Lobo, el bosque y el hombre nuevo del escritor cubano Senel Paz.

Sinopsis

Quedará como un canto a la comprensión y a la tolerancia, y como un vivo testimonio de los difíciles años que en medio de una cruenta batalla por inaugurar en esta isla el Socialismo, sus constructores se debatían entre los antiguos dogmas y prejuicios y la nueva moralidad. La historia de David y Diego es la historia de dos seres humanos en busca de un ámbito en el cual ser.
Apertura al complejo mundo de las relaciones interpersonales, prejuicios y necesidad de comunicación; complejas situaciones que nos llevan a concluir que la solidaridad es uno de los mejores inventos del hombre.

                                                                                       
   La Habana, 1993. Dos seres humanos buscan su verdadera identidad,
David, estudiante de ciencias
sociales en la universidad de La Habana,
y Diego, un homosexual conocido y obsesionado con la cultura.
El encuentro entre ambos da lugar a un complejo
mundo de relaciones interpersonales,entre las que
se mezclan la amistad y la pasión,que llega a poner
en grave riesgo la libertad de ambos.

Año: 1994
Duración: 110 min aprox
País: Cuba / Color
Género: Drama Comedia
Idioma: Español
Formato: DVD / NTSC
Dirección: Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío

Actores: Jorge Perugorría, Vladimir Cruz, Mirta Ibarra,
Francisco Gattorno, Joel Angelino, Marilyn Solaya, Andrés
Cortina, Antonio Carmona.
                                    

Un Hombre Llamado Caballo Western [1970] Audio Latino

                                  
La historia de un aristócrata inglés que, en 1825, fue apresado y tratado como un esclavo por los indios sioux consiguió, además de la interpretación más conocida de Richard Harris, un gran éxito comercial.
                                         

lunes, 16 de enero de 2012

El Expreso de Medianoche (1978)

En 1978, Oliver Stone ganaba el premio al mejor guión adaptado por “El Expreso de Medianoche”, una dura película dirigida por Alan Parker que cuenta la historia de Billy Hayes, un joven estadounidense condenado por el gobierno turco por tráfico de hachís. El pobre diablo acaba en una cárcel turca, siendo sometido a las peores atrocidades. La película colocó a los penales turcos entre las peores pesadillas del imaginario colectivo occidental. Pues bien, “El Expreso de Medianoche” no fue más que una película, y poco tuvo que ver con lo que le sucedía a los pequeños traficantes extranjeros cuando eran detenidos en Turquía con “las manos en la droga”.
Los agricultores turcos han venido cultivando opio durante siglos. Y al menos hasta tiempos recientes lo hacían en cantidades inmensas. Añadían las hojas de las amapolas a sus ensaladas, alimentaban a su ganado con la planta una vez extraída la pasta del opio. Lo único que no utilizaban del vegetal era, precisamente, la droga. Vendían la pasta de opio al gobierno, tal y como ordenaba la ley, para elaborar a partir de ella medicamentos con base en la morfina.

El problema era que los traficantes clandestinos pagaban considerablemente más por ese opio que el rácano precio fijado por el gobierno, así que muchos agricultores comenzaron a vender sólo una parte de su cosecha a las autoridades y el resto a los traficantes, que era donde realmente se hallaba el beneficio. Los traficantes transformaban la pasta de opio en heroína multiplicando su valor en el mercado por mil y lo vendían a los distribuidores europeos y norteamericanos, quienes lo suministraban a los adictos a precios astronómicos.
Las drogas son una plaga en las sociedades occidentales, causando no solo enfermedad y muerte sino disparando el número de crímenes relacionados con el tráfico: robos, asalto a viviendas, fraude, chantaje, atracos, asesinatos…. Los países del Primer Mundo necesitaban hacer algo con este problema. Y lo que decidieron fue culpar a los turcos de ser los “proveedores”, dejando de lado el detalle de que sus propios ciudadanos eran los “demandantes”. Sin demanda, el mercado se seca. Con ella, da igual que se cierre un mercado, pronto saldrá otro dispuesto a dar al adicto lo que pide. Pero era mucho más fácil y políticamente adecuado hacer de Turquía el chivo expiatorio que coger el toro de casa por los cuernos.
El presidente Nixon y el Congreso presionaron al gobierno turco para que resolviera el problema occidental de las drogas. Y queriendo pagar parte de la factura, entregaron a los turcos 40 millones de dólares con tal fin. El dinero era para mejorar la vigilancia, arrestos, procesos judiciales y condenas y para facilitar la cosecha de la amapola del opio antes de que esté madura y se forme la savia (que forma la pasta de opio). Es necesario un laboratorio para extraer el opio de la savia y aquéllos deberían estar controlados por el gobierno. Sin savia y sin pasta de opio no habría heroína.
Turquía había cosechado en los sesenta la reputación de lugar donde era fácil comprar drogas. Y era cierta. Pocos turcos consumían drogas, pero la demanda se cruzaba con la oferta: si los extranjeros llegaban pidiendo drogas, el mercado se encargaría de satisfacer sus necesidades. De alguna manera, los extranjeros probablemente fueron los creadores del mercado de drogas de Turquía, al menos en lo que a exportación se refiere.
Con la presión del gobierno norteamericano sobre sus hombros, la policía turca recibió órdenes de acabar con el tráfico y arrestar a los contrabandistas. Y lo hicieron. Los traficantes extranjeros eran la presa más sencilla porque no conocían el terreno tan bien como los “talentos” locales. La mayoría de ellos no eran más que aficionados, fáciles de coger, acusar y encerrar.
Por esos absurdos que rigen la vida moderna, arrestar contrabandistas y traficantes extranjeros no hizo a los turcos más queridos por aquellos que precisamente les estaban empujando a hacerlo. En un incidente memorable, una mujer inglesa rellenó con droga el equipaje de su hijo de diez años y lo subió a un avión en la India con destino Londres vía Estambul. La policía turca descubrió las drogas, tomó al niño en custodia y arrestó a la madre cuando llegó en un vuelo posterior. Los periódicos británicos pusieron el grito en el cielo crucificando a los turcos por retener al niño y exigieron su inmediata liberación. Aparentemente no tenían nada que decir respecto a que una madre enviase a su hijo alrededor del mundo con suficientes drogas como para hacer que a su portador le cayera la pena de muerte. El niño, claro, fue liberado y los turcos no recibieron ni una palabra de agradecimiento por haber interceptado un cargamento de veneno destinado a la juventud británica.

Cuando un contrabandista extranjero era sentenciado, el gobierno turco se enfrentaba a un problema diferente: encarcelar al criminal. Esto era bastante caro, porque los convictos extranjeros eran encerrados en prisiones especiales más modernas y cómodas que los espartanos calabozos para turcos. Los prisioneros extranjeros debían ser tratados bien o surgirían voces indignadas en los medios de comunicación de sus países de origen. Así, cuando la policía accedió a atender los deseos americanos y comenzó a arrestar más y más traficantes extranjeros, el problema de espacio y alimentación de esos delincuentes se convirtió en una cuestión económica para las autoridades.
¿Qué hacer? Las autoridades turcas dieron con una idea, digamos, creativa. Liberaban al convicto, pendiente de que se presentase una apelación. Esto cortaba inmediatamente el gasto de mantenimiento del preso. Mientras el individuo salía por la puerta de la prisión, alguien le susurraría al oído que había un tren que cubría el recorrido de Estambul a Edirne atravesando territorio griego…y que circulaba muy muy despacio. Era cierto.
Tras el colapso del Imperio Otomano, cuando se trazó la nueva frontera entre Grecia y Turquía, la vieja línea ferroviaria atravesaba territorio de ambos países. Hasta que en la década de los setenta se construyó un nuevo trazado que discurría enteramente en el lado turco de la frontera, un tren muy lento salía de Estambul cada noche a las 10:10 con destino a Uzunköprü, cerca de la frontera grecoturca. Después de dejar Uzunköprü se encaminaba al norte hacia Edirne, entrando en territorio griego en Pithio. Se detenía allí para que guardias fronterizos turcos subieran a bordo durante el trayecto hasta volver a territorio turco, finalizando en Edirne a las 8.01 a.m.
Puesto que el tren iba desde un punto de Turquía a otro sin parar en Grecia (excepto para recoger a los guardias de frontera) se consideraba un tren “doméstico” y no se exigía pasaporte para comprar un billete. Aunque los traficantes lo llamaban el Expreso de Medianoche, no era un expreso sino un yolcu o tren de pasajeros, el tren más lento posible, circulando tan despacio que casi se podía igualar su velocidad corriendo. Si tenías una buena razón para hacerlo, podías saltar en marcha durante su recorrido “griego”. Después, el convicto podría llamar a su consulado en Tesalónica o Atenas, decir que había perdido el pasaporte, solicitar uno nuevo y seguir su camino. Si los guardias griegos de frontera lo veían saltar, lo meterían en el calabozo por una noche, llamarían a su consulado, le darían un pasaporte nuevo y lo dejarían marchar.
Era un sistema perfecto: los políticos americanos estaban satisfechos porque los turcos arrestaban y procesaban y las estadísticas mejoraban; los políticos turcos también, porque se ahorraban los gastos y el acoso de los periódicos al encarcelar a criminales extranjeros; los delincuentes estaban felices porque salían de rositas; los compradores de droga no tenían quejas porque cuando las cosas se pusieron difíciles en Turquía se marcharon a Tailandia y allí encontraron una nueva y abundante fuente de mercancía.
Hollywood estaba también contenta: reunió a un grupo de actores que hablaban turco pero tenían apellidos griegos y armenios, los vistieron de turcos y los metieron en la racista y antiturca película con guión de Oliver Stone “El Expreso de Medianoche”, donde la policía turca –que había actuado movida por las presiones americanas y apoyada por las autoridades de ese país- se transformaba en una siniestra banda de pervertidos, mientras que el delincuente americano era elevado al altar del héroe. La película fue un éxito de taquilla y nadie que la viera volvió a plantearse visitar Turquía. Por ayudar a América con su problema con las drogas, Turquía perdió millones de dólares en ingresos por turismo.


domingo, 15 de enero de 2012

Network, un mundo implacable (1976)



1976: 4 Oscar mejor actor (Peter Finch), actriz (Faye Dunaway), actriz secundaria (Beatrice Straight), guión original / Drama. Comedia / SINOPSIS: Un análisis sobre el poder de la televisión, que retrata un mundo competitivo donde el éxito y los récords de audiencia imponen su dictadura. Howard Beale, veterano presentador de un informativo, es despedido cuando baja el nivel de audiencia de su -anteriormente exitoso- programa. En dos semanas tiene que abandonar la cadena pero, en una reacción inesperada, y ante el asombro de todos, anuncia que antes de que llegue ese momento, se suicidará ante las cámaras pegándose un tiro en directo. Este hecho sin precedentes provoca una gran expectación entre los televidentes y los propios compañeros de Howard. (FILMAFFINITY)

miércoles, 11 de enero de 2012

Distrito Protegido (Green Zone) (2010)




Durante la ocupación de Bagdad en 2003 por tropas extranjeras, mayormente estadounidenses, al subteniente Roy Miller (Matt Damon) y a su equipo de inspectores les encomiendan la misión de recorrer el desierto en busca de armas de destrucción masiva supuestamente almacenadas allí. Registran escondite tras escondite, a cual más peligroso, pero en vez de letales agentes químicos, descubren un elaborado plan que da la vuelta al propósito de su misión.
Rodeado de agentes con objetivos contradictorios, Miller debe abrirse camino entre una maraña de espías en un país desconocido mientras intenta encontrar respuestas que quizá sirvan para salvar a un gobierno o para extender la guerra en una región muy inestable. No tardará en descubrir que, en un momento difícil y en una región explosiva, el arma más difícil de encontrar es la verdad.

sábado, 7 de enero de 2012

El gran salto (1994) (The Hudsucker Proxy)

 
Los hermanos Coen homenajean, a la vez que lo caricaturizan, el cine clásico de Frank Capra. Y lo hacen a través de la historia de Norville Barnes (Tim Robbins), un ingenuo joven recien licenciado en empresariales, que es contratado por una empresa el mismo día que su fundador se ha suicidado saltando desde la ventana de la Sala de Juntas en el piso 44. Sidney J. Mussburger, brazo derecho del fallecido, decide elegir como nuevo presidente de la compañía a Norville Barnes, al que considera un idiota, para conseguir que bajen los precios de las acciones de la compañia. 
 
El resultado es una brillante comedia, con grandes golpes de humor. Tambien es de destacar el efecto visual conseguido por los Coen, en particular el peliculiar "look" del Nueva York de los años 50. La película cuenta con grandes secuencias tales como las impresionantes caídas desde el rascacielos.
 
                                                  

martes, 3 de enero de 2012

El beso de la mujer araña (1985)


En una prisión latinoamericana, Molina -William Hurt- le cuenta a su nuevo compañero de celda, 
Valentín -Raul Julia-, su historia favorita. Molina es un homosexual encarcelado por seducir a un 
menor. Valentín es un revolucionario que todavía sangra por los interrogatorios....