lunes, 26 de diciembre de 2011

Las uvas de la ira (1941)

                                                  
Sinopsis: Se desarrolla en la época de la depresión en los Estados Unidos, cuando las familias son obligadas a dejar sus tierras y ceder todo a los bancos los cuales les habían ayudado previamente a conseguirlas. La familia Joad empaqueta sus cosas y se encamina hacia el Oeste, el joven Tom Joad es liberado de prisión y encuentra a su familia sin casa y sin comida. Es así como huyen de la pobreza, para emprender un forzado viaje en busca de una oportunidad en la tierra prometida: California.
                                                                                                                                                   

domingo, 25 de diciembre de 2011

¡QUÉ BELLO ES VIVIR! (It's a wonderful life) 1946

                                         
SINOPSIS
  Durante la Nochebuena de 1945, abrumado por la repentina desaparición de una importante cantidad de dinero, George Bailey (James Stewart), banquero de la pequeña localidad de Bedford Falls, toma la decisión de suicidarse. En el último momento, Clarence (Henry Travers), un viejo ángel que aún no ha conseguido sus alas, le hace recapacitar sobre el verdadero sentido de la vida.

                                              
                                             
                                                   

CRÍTICA por Manuel Márquez
  Hay películas cuya resonancia, derivada de un simbolismo que les hace trascender el mensaje que emana de los términos estrictos de su narración, alcanza un nivel mucho más alto del que cabría esperar de sus meros valores fílmicos, ya sean éstos materiales o formales; y, en algunos ca-sos, con la particularidad de que dicha trascendencia se va acrecentando con el paso de los años, hasta el punto de que tales películas terminan alcanzando la categoría de auténticos iconos populares. Creo no equivocarme incluyendo "¡Qué bello es vivir!" en esta calificación, aun cuando su presencia y repercusión se hayan ido atemperando y moderando en estos últimos tiempos –no se preocupen, esto se arreglará con motivo de la revitalización comer-cial a que pueda dar lugar cualquier aniversario o circunstancia similar–, y quizá tenga algo que ver en ello el hecho de que estos tiempos no sean, precisamente, muy propicios para ciertos mensajes que de este film se desprenden.
  Y es que "¡Qué bello es vivir!" –y, en tal sentido, ni su título original ni el que ostenta en su distribución española contienen el más mínimo ápice de engaño o despiste– es una auténtica oda a la bondad, a la supremacía de los valores morales positivos en la definición de la condición de una persona, y, sustentada en tal tesitura, exhibe, sin la más mínima ambigüedad, un retrato del mundo y sus gentes en el que no hay cabida alguna para mati-ces éticos o espirituales que puedan enturbiar su mensaje de fon-do: ahí radican todas sus miserias y grandezas, al menos desde el punto de vista temático.
  Porque desde el punto de vista formal, o narrativo, el film de Capra muestra una solidez y hechuras sobre cuya consistencia quizá no haya prueba más concluyente que la de contemplar, pasados casi sesenta años desde su estreno, y habiendo sido objeto de re-posiciones casi permanentes, tanto en la pantalla grande como en la pequeña, que no ha perdido ni un átomo de su frescura ni un pa-so de su ritmo: la película se contempla, se absorbe en un suspiro, y bien podría exhibirse como una muestra señera de una maestría en el ámbito del narrar cinematográfico que, hoy día, se hace cada vez más difícil de encontrar: es la maestría de la “mano invisible”, de ese trabajo del director cuya brillantez radica en que no hay forma de apreciar dónde están los rasgos “autorales” porque, sencillamente, no existen (ni se pretenden...).
  En cuanto a las harinas temáticas, éstas sí que son de otro costal. No es muy trabajoso entender que, tras la devastadora experiencia de la segunda gran guerra, el público americano no estaba muy predispuesto a recibir historias de excesiva complejidad en cuanto al retrato de la condición humana que las mismas pudieran plantear, y, en ese aspecto, el film de Capra constituía un auténtico bálsamo que, como tal, fue multitudinariamente (y muy bien) recibido.
  Pero el retrato de ese George Bailey, encarnado con una naturalidad inconmensurable por un genial James Stewart (que labró con este papel buena parte de su prestigio como uno de los más grandes inmortales del firmamento hollywoodiense), está trazado con tan férrea linealidad y con tan nulas concesiones al más mínimo desvío de la recta vía, que se hace difícilmente creíble, tal es su cúmulo de bondad y mansedumbre; más aún cuando no estamos ante una bondad ineludible, o necesaria, determinada por la condición de carácter de su poseedor, ya que Bailey no es un pánfilo o un tontorrón, sino que es bueno porque así lo ha decidido, como opción moral: George Bailey tiene preparación, carácter y ambición, es de-cir, los mismos atributos y valía que podrían haberle convertido (de hecho, eso hubiera sido lo previsibe, lo esperable) en otro Potter (su opositor y contrincante, un personaje cuya caracterización, física y emocional, le acerca más al prototipo del villano de historia de superhéroes que al del “malo del drama”), pero no escoge ese camino, y, llegado a cada una de sus encrucijadas vitales, Bailey siempre opta por el sacrificio personal y la renuncia a sus aspiraciones, en beneficio de aquellos que le rodean. Son ese altruismo y ese desprendimiento atributos que difícilmente casan con la escala de valores imperante a día de hoy, en la que la primacía de un individualismo a ultranza hacen que una figura como la de George Bailey pueda ser más bien tachada de ingenua que de bondadosa. No es un problema de envejecimiento del mensaje o de la tipología de los personajes: es que los tiempos que corren son como son.
  En cualquier caso, se trata de un desajuste (por denominarlo de alguna forma) que no empaña ni ensombrece la valía de esta enorme película, y que, por tanto, dejan intacta su valoración actual: la carcoma de los años lo va a tener muy difícil para hacer mella en este cuento (tenido por muchos como navideño, cuando de tal apenas si apunta la circunstancia meramente coyuntural de situar el acontecimiento desencadenante de su desenlace en la víspera de la Nochebuena: podría haber sido situado en cualquier otra fecha sin merma de la efectividad de su moraleja), al que, más allá de cuan identificado se pueda sentir cada cual con la naturaleza y carácter de su seráfico protagonista –que ése, y no otro, es el eje sobre el cual gira y en el cual se sustenta todo su armazón argumental–, no se le puede negar una calidad cinematográfica notable.

martes, 20 de diciembre de 2011

Diez Negritos (And Then There Were None)(1945)

                                              
 
Director: René Clair. 1945. EE.UU. B/N
Intérpretes: Barry Fitgerald, Walter Huston, Louis Hayward, Roland Young, June Duprez, Mischa Auer, C. Aubrey Smith, Judith Anderson, Richard Haydn, Queenie Leonard, Harry Thurston
                                                                               


      Diez personas son invitadas un fin de semana a la mansión de una isla por un misterioso personaje. Cuando dichas personas llegan a la isla, su anfitrión no está en ella, y sí­ una cinta con una acusación de asesinato y muchas sospechas…
                                                                        

sábado, 10 de diciembre de 2011

Baraka (El último paraíso)(1992)

                                                                 


"Baraka" es una antigua palabra sufí que puede traducirse 
simplemente como "bendición", "aliento" o "esencia de vida".
 Baraka se rodó en cinco continentes, 24 países, que incluyen
 exteriores tan diversos como Tanzania, China, Brasil, Japón,
 Kuwait, Camboya, Irán y Nepal, junto con otros lugares
 importantes de los Estados Unidos y Europa.
 Al captar las glorias y calamidades que la naturaleza 
y el hombre han traído al planeta, "Baraka" narra
 la impresionante historia de la tumultuosa interacción
entre la Tierra y el hombre; evitando las palabras,
 excitando la vista, el oído y la imaginación con un
 barrido de imágenes y sonidos.



Blade Runner (1982)


                                        

Dos versiones, dos películas diferentes

Diez años después del estreno de la película en 1982, Ridley Scott consiguó «terminarla» como él quería y en 1992 volvía a la gran pantalla. Se volvió a proyectar como Blade Runner: La Versión del Director. Además de un sonido más depurado, teníase los siguientes importantes cambios respecto a la original:
  • Se eliminó la narración de «voz en off» de Deckard.
  • Se añadió la breve escena en que Deckard sueña con un unicornio.
  • Se eliminaron las escenas del «final feliz» en las montañas. La película termina cuando Deckard y Rachel entran en el ascensor y se cierran las puertas.
¿Se puede cambiar completamente el significado de una película con tres cambios? Vaya que sí. Si los fans ya consideraban que Blade Runner era una excelente película en su formato original, la versión del director la elevó a la categoría de mítica. En la primera versión, Deckard es simplemente un policía que se ve envuelto en una persecusión de androides, se trata del sentido de la vida desde el punto de vista de los replicantes y todo acaba con un final feliz. Pero tras los cambios, la segunda versión es como volver a ver otra película, que naturalmente hay que ver de nuevo tras entender los cambios para apreciarla en su totalidad.
En la Versión del Director hay pistas suficientes para asegurar que Deckard es también un replicante (más sobre esto a continuación). La película toma de este modo un giro ineseperado. El tratamiento de qué significa ser humano y cuán fiables son nuestros recuerdos adquire una nueva dimensión. Deckard sueña con un unicornio, y más adelante Gaff le deja un unicornio de origami para darle a entender que conoce sus sueños (como deckard hizo con Rachel y sus recuerdos infantiles de una araña). Deckard no es sino un simple replicante engañado para creerse humano, enviado a hacer el trabajo que los seres humanos no pueden terminar: acabar con su propia creación. El final de la nueva versión es mucho más dramático: Deckard asiente con la cabeza al entender cuál es su verdadera naturaleza. Desaparece con Rachel tras elascensor, pero no hay final feliz ni androides «sin fecha de terminación». Su futuro, como el de los humanos, está marcado. Es un final simplemente genial.
                                              
Frase genial:
Yo... he visto cosas que vosotros no creeríais... atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la puerta Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir.



viernes, 9 de diciembre de 2011

La vida de Brian (1979)


Brian nace en Judea, en un pesebre, y casi al mismo tiempo que Jesucristo. Tres reyes magos, confundidos por esta vecindad, creen que éste niño es el Mesías prometido, pero muy pronto queda evidente que, en realidad, el recién nacido es sencillamente... Brian.

Metrópolis ( Fritz Lang ) 1927


                                                        
Pocas películas canónicas están tan cargadas de alegorías como Metrópolis, el urtext de la fascinación que siente el cine por la distopia con visión de futuro. Muchos eruditos, como, Tom Gunning, han analizado a fondo la manera en que Fritz Lang y la guionista Thea Von Harbou entrelazan los temas políticos, sociológicos, tecnológicos y psicoanalíticos, y dan lugar a una película tan absorbente como ideologicamente incoherente.
Visión apocalíptica de un mundo futuro y en la que Fritz Lang -nos gusta mucho la obra de F. Lang, pero nos encanta sobre todo, la serie del Doctor Mabuse -enlaces abajo- ¡Todas!, la organización criminal, más Friki de la historia, con”Fumanchú”, este si que es…¡total!..“El mundo volverá a saber de mí”- nos cuenta, en una de sus partes, la historia de la construcción de la  Torre de Babel, Génesis 11 :1-9…¡Impresionante!,  el Tráiler puesto, con una música ¡total!, mas los delirios de Joh Fredersen (Alfred Abel) con la ramera Babilonia.
Si sentís curiosidad lo podéis encontrar en el Corán 28:38, 40:38 lo de Babel y referencia a Babiloniaen 2:96, este es más Friki que el de la Biblia, habla de magia negra y de las tentaciones … ‘Todo un clásico’.
Con guión de  Fritz Lang y Thea von Harbou, y música de Gottfried Huppertz.
Sentencia: “el mediador entre el cerebro y las manos ha de ser el corazón” -cortinilla que sale varias veces a lo largo de la película-.
                                                         
En una megalópolis del año 2000 los obreros viven en un gueto subterráneo donde se encuentra el corazón industrial con la prohibición de salir al mundo exterior. Incitados por un robot se rebelan contra la clase intelectual que tiene el poder, amenazando con destruir la ciudad que se encuentra en la superficie... pero Freder (Gustav Frölich), hijo del soberano de Metrópolis, con la ayuda de la hermosa María (Brigitte Helm) de origen humilde, intentarán evitar la destrucción apelando a los sentimientos y al amor.

domingo, 4 de diciembre de 2011

El gran dictador (The great dictator)(1940)



“El camino de la vida puede ser libre y hermoso, pero lo hemos perdido. La codicia ha envenenado las almas. Ha levantado barreras de odio. Nos ha empujado hacia la miseria y las matanzas.
Hemos progresado muy deprisa, pero nos hemos encarcelado nosotros. El maquinismo, que crea abundancia, nos deja en la necesidad. Nuestro conocimiento nos ha hecho cínicos. Nuestra inteligencia, duros y secos. Pensamos demasiado y sentimos muy poco.
Más que máquinas, necesitamos humanidad. Más que inteligencia, tener bondad y dulzura. Sin estas cualidades, la vida será violenta. Se perderá todo.
Los aviones y la radio nos hacen sentirnos más cercanos. La verdadera naturaleza de estos inventos exige bondad humana. Exige la hermandad universal que nos una a todos nosotros.
Ahora mismo mi voz llega a millones de seres en todo el mundo, a millones de hombres desesperados, mujeres y niños. Víctimas de un sistema que hace torturar a los hombres y encarcelar a gentes inocentes.
A los que puedan oírme, les digo: no desesperéis. La desdicha que padecemos no es más que la pasajera codicia y la amargura de hombres que temen seguir el camino del progreso humano.
El odio de los hombres pasará. Y caerán los dictadores. Y el poder que le quitaron al pueblo, se le reintegrará al pueblo. Y así, mientras el hombre exista, la libertad no perecerá”.